Allman vs. Mellencamp

A esto le llamo yo un fin de semana bien aprovechado: viernes Gregg Allman, sábado John Mellencamp…¿domingo? a casa, hombre, que a este paso no me van a dejar entrar…

A priori el concierto de Gregg Allman ofrecía el aliciente de verlo en unas mejores condiciones que en un festival, pero desde mucho más lejos. Vamos, que el Barbican es un excelente lugar para saborearsu musica, pero verlo desde el primer piso pues…¿qué quereis que os diga?, cuando uno lo ha visto a un palmo (cierto, con un sonido discreto y un calor de aquí te espero…) eso puede producir cierta distancia. En fin, comodidad a cambio de proximidad. ¿Fue eso un problema o no? Pues de cara a la calidad del concierto por supuesto que no, al contrario, pese a que en algunas ocasiones la voz de Allman quedaba un poco tapada por la instrumentación y que el propio Gregg sufrió por culpa de su ampli de guitarra pequeños pero constantes contratiempos, puedo afirmar que el show fue espléndido. Reforzada la banda con un par de miembros en la sección de vientos, lo cual contribuyó a que la riqueza ddel concierto fuera mayor, ésta sonó de maravilla, sus integrantes se lucieron de lo lindo y el ambiente fue de gala. El repertorio, muy parecido al mostrado en el ARF (el dia del festival), afortunadamente un poco más largo, con un par de intervenciones del gran Floyd Miles y los esperados repasos a parte del glorioso pasado Allman Brothers, empezando con “Don´t keep me wondering”, terminando el set con las excepcionales “Midnight rider” y “Whipping post” y cerrando definitivamente el bolo con “Satesboro blues”. Enmedio pues cayeron las consabidas lecturas de su carrera en solitario como son “I´m no angel” o “These days” y las visitas a su magnífico nuevo disco en solitario, “low country blues”, de donde destacaron con fuerza “I can´t be satisfied”, “Just another rider” y la inicial “Floating bridge”.

Un placer, en definitiva, de los grandes, grandes pero de verdad. Cierto que las vibraciones fueron diferentes respecto al primer dia en que tuve el placer de verle, esta vez no toqué el cielo pero me alegré de, directamente, estar instalado en sus magníficos aposentos. El factor sorpresa había, logicamente, desaparecido, pero eso no fue obstáculo alguno para disfrutar y saborear plenamente un excelente recital

24 horas después la cita era con John Mellencamp. No tenía muy claro lo que esperar, aparte de un más que probable buen concierto y pocas sorpresas en el show…ya que al no ser un conocedor en profundidad de su obra había recurrido al truco de intentar conocer el set list, cosa que pude hacer con unos días de antelación y así ahorrarme el disgusto de saber que no escucharía  “Hurts so good”, “love and hapiness” y “Human wheels”. Sabía que tocaba casi dos horas, que empezaba con uno de mis temas predilectos y que sus dos últimos discos, “Live, death, love and freedom” y “No better than this” ocupaban casi la mitad del show (8 de 21 canciones). O sea, la cosa pintaba bién porque adoro esos discos, especialmente el último.

Mellencamp apareció en escena a lo grande, como sólo lo hacen los que no solamente lo son sino que lo sienten, lo saben y lo demuestran. El inicio son “Authority song” fue para caer de culo, así de claro. Arreglos diferentes, un poco ralentizada (aayyyyyy…), pero con una fuerza brutal en cuanto llegaba al puente y al estribillo, coreado por una audiencia absolutamente entregada de antemano. Si hasta se permitió el lujo de hacer un parón a los dos minutos escasos de canción, de esos que refuerzan la energía del tema y aumentan la autoestima del intérprete, que por cierto la tiene, y muy alta. Chulillo, pero con clase, mucha clase, moviéndose con elegancia y seguridad, esa seguridad del que tiene muy claro que hace ya muchos años que es una estrella. Y vaya si lo es..

El contacto con su más reciente obra se produjo inmeditamente después con “No one cares about me”, y ese ambiente roots a más no poder, ese embrujo fantasmal que recorre su último disco se hizo dueño del escenario y no lo abandonó en casi más de una hora. Mellencamp y su excelente banda se recrearon en un espléndido sonido, apoyados por un contrabajo y una percusión mínima pero muy marcante, secundados por un magnífico trabajo de sus dos guitarristas y comandados por el jefe de todo eso. Magnetismo puro, carisma a raudales, simpatía nada impostada y clase, mucha clase. El de Indiana recurrió en bastantes ocasiones a su guitarra acústica y protagonizó a solas con ella algunos de los mejores momentos del show, veáse las emocionantes lecturas de “Jack&Diane”, “Jackie Brown” o “Save some time to dream”, interpretada después de una fantástica anécdota familiar, unas charlas que mantenía con su abuela cuando ella estaba ya en sus últimos días, que nos mostró al Mellencamp que idolatra la América más profunda, tradicional y familiar. El es uno de ellos, siempre lo ha sido y siempre lo será, pero por supuesto esto no es un obstáclo para disfrutar de sus canciones, ni mucho menos. “Check it out” fue otro gran momento de la pirmera parte del show, mucho más acústica y recogida pese a que como en esta ocasión la gente se moviera un poquillo más que en momentos mucho más íntimos.

Ciertamente me encantó la actitud de Mellencamp en todo momento, su dominio del escenario, sus pasos, su actitud con el público, con su banda, donde destacaron los gestos de complicidad con su violinista y, sobretodo, la riqueza musical que brotaba de todos ellos. El sonido fue sublime, se les veía rodados y disfrutando de lo lindo en escena, en especial su líder, un verdadero monstruo escénico con o sin guitarra en mano, de cara o de espaldas, algo digno de ver contemplado.

El concierto llegó a su clímax cuando el baterista se “subió” a la bateria principal, ya que hasta ese momento había estado dándole a un kid más bién de percusión, el contrabajista pilló el bajo eléctrico y la banda en pleno dió un paso adelante para apabullarnos con una fuerza inédita hasta ese momento. La delicadeza y un deje country-roots total dejó paso al rock´n´roll más enérgico que uno se pueda imaginar, cristalizado en un “Rain on the scarecrow” de aupa. Fue como decir “¿qué os pensabais, que se nos había olvidado rockear duro?”. El incendio en el añorado (por nombre) Hammersmith Odeon, actualmente HMV Apollo, fue de los que se recuerdan años y años, ya que ellos fueron añadiendo más y más leña al fuego: “Paper in fire” (valga la redundancia), “Crumblin down”, una inmensa “If I die sudden” y dos trallazos más para terminar (sin bises) un bolo memorable: “Pink houses” y “R.O.C.K. in the U.S.A.”, con presencia de un fan invitado por el propio Mellencamp a cantar parte de la canción.

En fin, que servidor se llevó una más que agradable sorpresa, que disfrutó de lo lindo y que vió sin duda uno de los mejores conciertos de los últimos años. El tiempo lo situará en su justa medida, ya que ahora mismo hay tentaciones de decir cosas como “uno de los mejores conciertos de mi vida” y cosas similares que cuando la euforia ha bajado (a veces) te quedas mirándote al espejo mientras te preguntas “¿y cómo puede decir yo eso?”.

Lo que está claro es que el bolo fue espectacular, que él es un figura, uno de los grandes, y que su show actual bien se merece un viaje a Londres…de hecho, ahora mismo lo que el cuerpo me pide es verlo de nuevo, señal inequívoca que lo visto fue delicatessen pura.

~ per picanyol a 04/07/2011.

2 Respostes to “Allman vs. Mellencamp”

  1. Grans paraules…. Jack and Diane va ser en electrica, però en versió diferent. Salut, Marc!

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